El escultor Alejo de Vahía - Campos del Renacimiento

22 Abr

Aproximación a su vida y forma de hacer

Por Beatriz San Vicente Aguiriano (@elarteespana)

Graduada en historia del arte por la UPV EHU

Escultor de prolífica vida que gozó de gran reconocimiento en vida y del que se nutrieron muchos de los artistas que vinieron tras él. Un maestro de la talla en madera que cayó en el olvido más absoluto y que apenas hace 50 años fue redescubierto, desempolvado y estudiado de la mano de Julia Ara Gil. Nunca firmó sus obras, pero el carácter tan marcado de sus esculturas hace sencilla la tarea de la identificación de sus obras. Hablamos de Alejo de Vahía, uno de los más prolíficos escultores de la Castilla de los siglos XV y XVI.


Desconocemos la fecha y el lugar de nacimientos exactos de este maestro, aunque la escasa documentación que se conserva sobre su persona nos da señales de que pudo haber nacido en la segunda mitad del siglo XV. Una de las pistas más grandes fue, precisamente, la que su propio hijo, Copín Vahía, dio en 1513 durante un proceso abierto en el que menciona que su padre contaba por aquel entonces con 56 años, lo que situaría su fecha de nacimiento entre los años 1456 y 1457. El origen de Alejo de Vahía es incierto, aunque las investigaciones en torno a su estilo y las fuentes del momento nos llevan a pensar que pudo nacer en el norte de Europa, más concretamente en la zona de Limburgo, el Bajo Rhin o Westfalia.

Hacia el año 1475 llega a la península y su primer destino será Valencia, donde realizó su primera obra, La dormición de la Virgen para la catedral valenciana (aunque la autoría se encuentra disputada con Carles Gonçalbez, escultor valenciano al que, desde hace unos años, se le atribuye la creación de esta obra). Tras una breve estancia en Valencia toma rumbo hacia Castilla en 1480 buscando, como otros tantos maestros de Su época, el patrocinio, no sólo de la nobleza, sino de los propios Reyes Católicos que tanta promoción artística llevaron a cabo durante su reinado.


Así se establece definitivamente en la localidad de Becerril de Campos, una villa que en el siglo XV llegó a ser el lugar con mayor densidad fiscal del nordeste de la cuenca del Duero, indicador de su riqueza demográfica y económica6. Precisamente los concejos de esta y otras villas palentinas ejercieron una enorme implicación en el enriquecimiento artístico de la zona. Quizá esa fue la razón por la cual Alejo de Vahía decide instalarse y crear un próspero taller que suplió piezas a las áreas de Palencia, Valladolid y alrededores (Oviedo, León, …) y desde donde consigue vincularse a redes clientelares de suma importancia como las del Almirante Enríquez. Y es que, Alejo de Vahía llegó a ser, como ya hemos dicho anteriormente, uno de los escultores más productivos del momento, logrando así amasar no solo un gran renombre, también un gran número de seguidores que imitaron sus formas de hacer tan características.


Volviendo a su vida personal, en Becerril de Campos contrajo matrimonio en una fecha desconocida y con una mujer igualmente enigmática y con la que tuvo, al menos y tal y como la documentación esclarece, tres hijos: Copín, Bastián (o Sebastián) y una chica cuyo nombre la historia ha borrado, al igual que el de su madre, y de la que lo único que sabemos es que estaba casada con Santiago Botas, uno de los oficiales al cargo del taller de Vahía que trabajó junto al maestro y sus hijos.

En cuanto a su carácter hemos de destacar su enorme implicación política en la villa, en donde actuó en condición de hidalgo. Tal fue su implicación que, en 1500 fue nombrado apreciador del concejo, un puesto que, tal y como nos muestran las fuentes de la época, tenía igual o mayor honra que el de regidor. Pese a esta alta estima del cargo, Alejo de Vahía rehusó el nombramiento al instante. El mero hecho de haber recibido el nombramiento citado y la posibilidad de rechazarlo suponía que el maestro poseía con ciertos privilegios y exenciones dentro de la villa. Muestra de estos privilegios es su patrimonio personal, que era comparable al del resto de figuras dominantes de la villa y que mostraban esa posición social aventajada con la que contaba. El valor de su vivienda fue estimado en unos 45.000 maravedíes, valor similar al de las mejores viviendas de la zona. Además, la documentación nos habla de la presencia de personal doméstico en su casa, algo reservado y a lo que tan solo podían optar las personas con un alto poder adquisitivo, y la posesión en propiedad de un huerto y un palomar.
A la muerte del escultor, que se presupone que tuviera lugar hacia el año 1515, momento en el que su esposa figura como viuda en el censo de Becerril de Campos, se sabe que ésta consiguió percibir ingresos alojando en su vivienda a artistas de toda índole que se encontraban trabajando en la zona.

Sin duda los pocos retales de documentación conservados hacen que dibujemos una biografía un tanto inconexa y en la que se generan grandes vacíos. La única obra autentificada por la documentación es la Magdalena del retablo mayor de la Catedral de Palencia, autentificada por un documento de mediados del siglo XVIII o anterior en la que se confirma la autoría de “Vahia (Alexo)”. Además, nos encontramos ante un escultor que no firmaba sus obras pero que, por fortuna, consiguió labrar un estilo propio tan marcado que facilita hoy en día la identificación de las obras en las que intervino tanto él, como su escuela y sus seguidores. Debemos añadir a todos estos factores que Alejo de Vahía realizó obras conjuntamente con otros maestros como Gil de Siloé para el San Juan Bautista del Museu Marés, Pedro Berruguete en el retablo mayor de la Iglesia de Santa Eulalia en Paredes de Nava, el morisco Francisco Andado en el convento de San Francisco de Valladolid o la obra conjunta con diversos maestros extranjeros en la sillería de coro de la Catedral de Oviedo encargada por el obispo Juan Arias Villar en 1492.


Las creaciones de Alejo de Vahía se centran principalmente en la temática devocional y religiosa, destacando sobre todo la representación de santos y crucificados. La gran mayoría de imágenes realizadas por este escultor fueron tallas de madera policromadas en las que se repite constantemente una estructura típica del último periodo del gótico hispano-flamenco con ciertas influencias del incipiente renacimiento castellano.


Quizá el elemento más distintivo en la producción de Vahía sean los perizonium o paños de pureza de sus crucificados, realizados casi en su totalidad siguiendo el mismo esquema: ceñido a las caderas, con un cruzamiento con pliegues quebrados en forma de “U” y anudado en el lateral derecho. En algunos casos el borde superior del paño cae dejando al descubierto un vientre abultado y la parte superior del pubis (algo común a fines del siglo XIV para enfatizar la humanidad de Cristo). Este mismo esquema de forma y pliegues quebrados y duros puede ser aplicado al resto de imágenes ataviadas con algún tipo de tela o túnica.
Otra característica que ayuda en la atribución de obras de Alejo de Vahía es la forma del trazado del pelo. Éste puede aparecer bien caído hacia delante en ambos lados o bien retirado hacia atrás en el lado izquierdo, pero siempre siguen el mismo tipo: mechones largos y ondulados de manera simétrica, un par de rizos caídos sobre la frente, barba con igual simetría y un espacio libre en la zona baja del labio inferior.

En todas sus obras podemos encontrar ciertos rasgos comunes que repetirá desde sus inicios como la boca y los ojos entreabiertos, la nariz aguileña, la corona de espinas de dos ramas y la esquematización del torso con pectorales en forma de esclavina (una forma originaria de Bizancio y poco convencional en la península).
Sin duda alguna un escultor que suscita cada vez mayor interés, no habiendo otro escultor (castellano ni europeo) gótico que posea un catálogo tan extenso de obras atribuidas y de las que Campos del Renacimiento custodia en su sede de Becerril de Campos en el Museo de Santa María 19 piezas. Pero sus obras no quedan sólo ahí, encontramos ejemplos en varios puntos de la península, acrecentando con los años el número de obras que se le atribuyen a este autor.

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